DE CINE EN CINE… CON RAFAEL GORDON
Lo hemos repetido una y otra vez. Uno de los objetivos principales de Baratometrajes es el de tratar de reflejar el mayor número posible de puntos de vista del independiente español. Y si para ello nos toca echar la vista atrás y revisar nuestro pasado cinematográfico pues lo hacemos. Y encantados. Así, y mientras esperamos a que se recupere de su pierna rota Hugo, una de las patas del proyecto, la otra, Dani, y el resto del equipo acudimos el pasado domingo 2 de junio al encuentro de Rafael Gordon, prestigioso autor teatral y director independiente de obras como Fosa común, La reina Isabel en persona, La mirada de Ouka Leele o, su estreno más reciente, Mussolini va a morir. Junto a él realizamos un recorrido histórico/cinéfilo por alguna de las salas más importantes de Madrid. Visitando los cines que fueron parte fundamental de la historia cultural de la capital y hoy son tan sólo tiendas de ropa o tristes edificios con la entrada ya tapiada. Los que se han reconvertido y adaptado a los nuevos tiempos y también los que sigue aguantando estoicamente el paso de los años y las subidas de los IVAS.
Comenzamos en la casa de Rafael quién, acompañado de su amabilísima mujer, nos hizo una breve presentación de su extensa obra y nos dio su opinión sobre el cine que se hace hoy en día. Conviene, desde luego, escucharle. Gordon lleva haciendo cine nada más y nada menos que desde los años 60 y produce y distribuye sus propias películas desde que en 1968 creara su propia productora.
Unas veces andando, otras veces con el coche (y su posterior búsqueda desesperada de aparcamiento) visitamos la Sala Berlanga o el cine Rosales, hoy un supermercado, hasta llegar a la calle más cinematográfica de Madrid, Martín de los Heros, en el que podemos encontrar bares y librerías dedicadas exclusivamente al séptimo arte, los cines Renoir y Golem, (antiguamente cine Alphaville) e incluso nuestro particular paseo de las estrellas. Con Rafael Gordon hablamos de la libertad (o la supuesta libertad) del cine independiente. Del yo me lo quiso, yo me lo como. De sus ventajas e inconvenientes. También del cine de bajo presupuesto o, como a él le gusta llamarlo, del cine suficiente. De si tiene o no sentido hablar de ello en un país sin una industria cinematográfica potente. De la desaparición del celuloide, de las cámaras digitales y las nuevas posibilidades que esta tecnología proporciona a las actuales generaciones. Nos dejó algunas perlitas y también reflexiones llamativas como la poco habitual defensa del doblaje frente a la más valorada versión original. E incluso demostró estar bien informado de lo que se hace hoy en día, con una recomendación indie para nuestro docu. La película Los días no vividos, de Alfonso Cortés-Cavanillas.
Y así hasta llegar a la Gran Vía, el Broadway español, punto de visita obligada en cualquier recorrido cinematográfico y madrileño que se precie. El antiguo cine Azul, el cine Rex, el Gran Vía, el Palacio de la Música, el Rialto, en donde Sara Montiel y su violetera se mantuvieron más de año y medio en cartel (eran otros tiempos) o el cine Callao, hoy totalmente modernizado con sus carteles luminosos pero que acogió el estreno en 1929 de El cantor de jazz, la primera película totalmente sonora de la historia del cine. Cerca de allí, en la plaza del Carmen, vimos también los cines Madrid, cuyo interior fue testigo del estreno de grandes producciones hollywoodienses como Ben-hur pero que está hoy derruida y con un aspecto desolador. Frente a semejante escenario, claro, era inevitable terminar hablando del pasado y el presente del cine mundial y español. Respecto a éste, es fácil percibir en Gordon cierto desapego hacia la mayoría de las historias que se cuentan hoy en día, desapego reforzado por los recuerdos nostálgicos de alguien que puede presumir de haberse encontrado en el camino con gente como Luis Buñuel, Sara Montiel o Catherine Deneuve.
Había otros muchos más cines para visitar. Como los míticos cines Bogart en la calle Cedaceros y que a lo largo de su historia ha sido prácticamente de todo, desde frontón y salón de variedades hasta sala de películas pornográficas y que hoy está tristemente cerrado y tapiado. O los también cerrados cines Tívoli, el cine Salamanca, el Benlluire, el Jorge Juan, el cine Becerra… Pero no hubo tiempo para más. Tras una buena, aunque tardía, comida italiana y un largo día de calor propio de principios de verano, nos dijimos adiós frente a los cines Ideal en donde Rafael nos contó el secreto para mantener viva la pasión y el interés por esta profesión, que va más allá de la fama y el reconocimiento social y en donde, al fin y al cabo, de lo que se trata es de comunicarse, de seguir contando historias. En la nuestra, la de Baratometrajes 2.0, tendrá su hueco Rafael Gordon.